sábado, 7 de junio de 2014

LA LUZ QUE NACE DE TUS OJOS


LA LUZ QUE NACE EN TUS OJOS

Por la claridad de tus ojos puedo vislumbrar mundos nuevos, navegar en barcas ficticias océanos inmensos, creer que el mundo se puede desbordar de alegría y que la mañana siempre alcanza a la noche por muy siniestra que haya sido.

Por la blancura de tu piel puedo comprobar que no solo brillan las joyas de los reyes y de las reinas, los fulgores de los diamantes y las perlas, los tronos donde se sientan los soberanos a controlar el mundo.

Por tu blancura me consta que tu piel es un testimonio que demuestra la existencia de la belleza, la esperanza de que la belleza pueda triunfar sobre las fealdades que deambulan por el mundo, que pese a todo lo hermoso prevalece aunque oscuros nubarrones llenen el cielo amenazando con ahogar de agua los platínales.

Pero me da miedo la oscuridad de la noche, ahogarme entre sus brazos agónicos e hirientes, será que me he acostumbrado a tu claridad y cuando las tinieblas la hacen desvanecer, me entra pena y me disgusto como un niño triste que ve el patio mojado de lluvia, porque ya no veo tus ojos ni tu piel ni el alivio de tu cuerpo, será porque estarás lejos de mí y pensare que estas en otro lado del mundo, a una distancia insalvable donde ni siquiera llegan mis besos más intensos, a kilómetros y kilómetros de distancia cuando esta tarde precisamente estuve hablando contigo.
 
Sera que en tu ausencia las noches me tapan tu rostro, que tu brillo de estrella se apaga también a esas horas, quizás porque estas dormida y les has dejado a las estrellas el encargo de alumbrar, será que dije algo que no te guste, será que te elevas hasta la luna cada noche y no puedo alcanzarte, será, será, cuantas cosas lo que hace que esta noche sea solitaria que no me atrevo a enumerarlas.

Sera que te vas a habitar a mundos que no conozco, será que perteneces a un país de hadas que alumbran contigo serenos cauces de los ríos, será que tengo que descifrar mensajes secretos entrelazados en el aire para comprenderlo todo, será que te disfrazas de ninfa y vas a adornar el sueño de los niños dormidos, será que la noche no permite tu hermosura porque envidia no poseer tu claridad…

Me consta que existiendo tu piel blanca los terremotos y los maremotos ya no son tan crueles, que la muerte no es el final inevitable de algo o que la primavera y el verano se van despidiéndose con sus besos cálidos dejarnos otros más fríos para volver luego, porque creo en la belleza que destila tu cuerpo y tu mirada atrapada en el lienzo de un pintor que defina la belleza con su paleta de colores.

De cualquier manera, mañana busco algo más que un amanecer, espero ver la esperanza de tu belleza haciendo este mundo más justo, y ver tus ojos encendidos de nuevo junto a los míos, acariciar  tu piel blanca como espuma y recorrer los rincones de cuerpo. y descubrir los últimos rincones de tu cuerpo que aún estar por encontrar, sellando nuestra cercanía con un pacto al silencio, único testigo de nuestros inpronuciables besos.

 Ignacio Perez Jimenez

LA SENDA DE TUS OJOS.

En el camino que conduce a tus ojos no hay obstáculos, solo murallas derruidas que dejan pasar la luz del sol.

En el camino que conduce a tus ojos no hay rutas perdidas ni caminos diseminados en la lejanía, sino una suerte de senderos tan llanos como dulces que invitan a adentrarse en el jardín olvidado de tus sueños.

En el camino que conduce a tus ojos las tormentas pavorosas giran en direcciones contrarias a las que han venido.

En el camino que conduce a tus ojos, se multiplican las primaveras verdes y se reducen los vientos fríos del invierno, deteniéndose a descansar en las paredes rocosas de los abruptos acantilados.

En el camino que conduce a tus ojos, hay filas interminables de flores que saludan con una sonrisa de bienvenida a los visitantes, desparramando a su alrededor una oleada de intensos olores.

En el camino que conduce a tus ojos no hay  secretos  y la oscuridad retrocede ante el paso imponente de la luz, como esa luz de luna que no se apaga nunca, ni siquiera en las horas más impetuosas y solitarias de la noche.

En el camino que conduce a tus ojos bailan dos antorchas rojas, que colapsan el ritmo de los árboles, y los mantiene inmóviles hasta que el siguiente latido del viento los arranque de su sueño, pronunciando tu nombre con la calma de las fuentes lejanas, desmembrando tu nombre con el torrente tranquilo del agua.

Ignacio Pérez Jiménez.

(Pronto mas poesías)