sábado, 7 de junio de 2014

LA SENDA DE TUS OJOS.

En el camino que conduce a tus ojos no hay obstáculos, solo murallas derruidas que dejan pasar la luz del sol.

En el camino que conduce a tus ojos no hay rutas perdidas ni caminos diseminados en la lejanía, sino una suerte de senderos tan llanos como dulces que invitan a adentrarse en el jardín olvidado de tus sueños.

En el camino que conduce a tus ojos las tormentas pavorosas giran en direcciones contrarias a las que han venido.

En el camino que conduce a tus ojos, se multiplican las primaveras verdes y se reducen los vientos fríos del invierno, deteniéndose a descansar en las paredes rocosas de los abruptos acantilados.

En el camino que conduce a tus ojos, hay filas interminables de flores que saludan con una sonrisa de bienvenida a los visitantes, desparramando a su alrededor una oleada de intensos olores.

En el camino que conduce a tus ojos no hay  secretos  y la oscuridad retrocede ante el paso imponente de la luz, como esa luz de luna que no se apaga nunca, ni siquiera en las horas más impetuosas y solitarias de la noche.

En el camino que conduce a tus ojos bailan dos antorchas rojas, que colapsan el ritmo de los árboles, y los mantiene inmóviles hasta que el siguiente latido del viento los arranque de su sueño, pronunciando tu nombre con la calma de las fuentes lejanas, desmembrando tu nombre con el torrente tranquilo del agua.

Ignacio Pérez Jiménez.

(Pronto mas poesías)




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