LA SENDA
DE TUS OJOS.
En el camino que conduce a tus
ojos no hay obstáculos, solo murallas derruidas que dejan pasar la luz del sol.
En el
camino que conduce a tus ojos no hay rutas perdidas ni caminos diseminados en
la lejanía, sino una suerte de senderos tan llanos como dulces que invitan a
adentrarse en el jardín olvidado de tus sueños.
En el
camino que conduce a tus ojos las tormentas pavorosas giran en direcciones contrarias
a las que han venido.
En el
camino que conduce a tus ojos, se multiplican las primaveras verdes y se
reducen los vientos fríos del invierno, deteniéndose a descansar en
las paredes rocosas de los abruptos acantilados.
En el
camino que conduce a tus ojos, hay filas interminables de flores que saludan
con una sonrisa de bienvenida a los visitantes, desparramando a su alrededor
una oleada de intensos olores.
En el
camino que conduce a tus ojos no hay secretos y la oscuridad
retrocede ante el paso imponente de la luz, como esa luz de luna que no se
apaga nunca, ni siquiera en las horas más impetuosas y solitarias de la noche.
En el
camino que conduce a tus ojos bailan dos antorchas rojas, que colapsan el ritmo
de los árboles, y los mantiene inmóviles hasta que el siguiente latido del
viento los arranque de su sueño, pronunciando tu nombre con la calma de las
fuentes lejanas, desmembrando tu nombre con el torrente tranquilo del agua.
Ignacio
Pérez Jiménez.
(Pronto mas poesías)
(Pronto mas poesías)
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