domingo, 15 de marzo de 2015




LA SOLEDAD TIENE TU NOMBRE


Por los caminos que una vez anduvimos
deambulo ahora perdido,
perdido de tus besos,
de los besos que una vez me diste
y me arrebataste como un ciclón.


Sin tus besos me hallo ahora vacío,
mis sentidos se pierden
en algún recuerdo olvidado
que observo con mirada entristecida
mientras los rayos de luz desaparecen.




Ya no hay noticias tuyas,
no quedan mensajes en el aire,
mientras te busco en mi memoria
pretendo lo que ya no existe,
como los inviernos y los otoños pasados.



Grito tu nombre,
mi lengua se traba,
sonido que se aleja de mi
con la velocidad de un cometa,
distancia que nos separa.




Habitaciones frías,
espacios para llenar con tu presencia,
corazón, devastado, desolado,
sin dueño.
Solo.


YO Y TUS BESOS


Me he aprendido de memoria tu dirección, los árboles y las sombras que lo rodean, igual que el viento ha aprendido en que momento tiene que mover tu melena igual que un ciclón.


Aguardo con impaciencia el contacto de mi cuerpo con el tuyo, el calor que eche en falta frente a la soledad fría de una hoguera, el prometedor festival de besos floridos que se encontraran con los míos en esa habitación compartida, testigo mudo de nuestra unión de un dos cuerpos en uno, esa lujuria desatada que se desborda por los resquicios de nuestros cuerpos febriles de deseo, como los helechos en que se transformaran nuestros cuerpos en la intensidad para salir por las ventanas y para vestir de elegante verde los vastos edificios de la ciudad.

Que los espacios vacíos diseminados de nuestro alrededor se llenen del estruendo de nuestros besos, que nada oculte ni interponga .esa melodía que dibujan nuestros brazos en el aire, una orquesta de cámara cuyos músicos siguen pentagramas escritas en el lenguaje inmortal del amor, sana lujuria, mientras nuestra sucesión de besos y abrazos confunde pasado y presente, abren territorios nuevos donde caminar e inaugura nuevos Edenes donde la palabra prohibido sea reemplazada por la de libertad.

Me aprendí tus gestos, el color de tus ojos, el suave fluido de tu cabello recayendo por la espalda, como un filtro de agua descendiendo entre las pendientes rocosas de tu espalda, entre el color de un rio oscuro que discurre de medianoche silencioso y sereno, susurrando nanas maternales a los arboles callados mientras un sol rubio recién nacido iluminara las cimas lejanas de los montes, transformando de oro las hierbas y los arbustos tapizadas de verde en las campiñas solitarias, al paisaje.

Entonces y ahora tu pelo es castaño. Como el trigo que se levanta cada mañana como trenzas de niñas movidas por la brisa, briznas de oro que quedan hasta que se difumina su color con los últimos rayos del día, su energía anaranjada ya cansada que se va tornando negro para presentar en el escenario al protagonista absoluto de las noches oscuras: la luna, que será la sombra fresca que el sol nunca podrá lucir, piezas de una obra que se van intercambiando los papales de forma amigable, respetando los turnos, , una pieza sin improvisaciones ni cambios de hora dictadas por unas normas antiguas como el infinito.

Y huyo de mi casa con forma de celda para refugiarme en el cobijo de tu cuerpo, tu lenguaje dulce de besos y abrazos que sacian esta sed interminable de ti, ese rito cíclico después de cada verano asolado por los rigores de la soledad.






La  noche mágica

Esta noche toca entrever los misterios de tu cuerpo, descubrir los rincones ocultos, los secretos guardados bajo tu ropa, abrir los ángulos cerrados por las vallas de los prejuicios, escalar los montes que se abalanzan abruptos hasta el cielo y seguir el camino ondulante que conforma el perfil de tu cuerpo,


Esta noche y la intimidad serán las invitadas de nuestra casa. Esta noche, este lecho frió y vacío se llenara de besos que volverán a encontrarse con rincones antiguos que ya una vez en el pasado fueron besados, siguiendo el trayecto en el itinerario de viajes que conforman nuestros cuerpos, , como viajeros expertos de las vías accidentadas de nuestra anatomía, con sus incesantes recodos y esquinas.

Esta noche estrenaremos nuevos senderos, conquistaremos países nuevos en la geografía impresa en tu piel , improvisaremos danzas nuevas dictadas por los latidos del corazón, celebraremos una fiesta de cálidas caricias y cadentes suspiros en forma de sonrisa, enredaremos nuestros brazos entre los mil pliegues de nuestros cuerpos, y compartiremos el mismo destino de cantar cánticos mágicos junto a la luna.


Esta noche subiré los caminos ascendentes de tus pechos, pendientes suaves que conducen a las alturas, inspeccionare la blancura que los envuelve y me detendré algunos instantes a contemplar el sendero recorrido de un cuerpo que por su fisonomía es mas mundo, un cuerpo compuesto de distintas regiones que cuerpo fisco y cuyos relieves se dibujan como torres y murallas inexpugnables en un fondo estrellado.




La gula





Resquicios de ti a través de la puerta, resquicios de ti por las escaleras, en el portón dorado de la entrada…recuerdos que entran y salen con el furor de un oleaje.


Ahora tu ausencia me provoca una gula insaciable de tus besos. Los busco en cada rincón, estudiando las posiciones geográficas de los muebles, intentando rescatar algún sabor perdido de tus besos que cayó despistado entre los pliegues de la cama.

Ahora comparto mi lecho con la soledad, con su fría presencia de hielo, su mirada también de hielo y su roce gélido que me hace estremecer el cuerpo. El vacío que anida en el espacio físico y en el interior de mi corazón sabe mucho de inviernos y otoños pero poco de primaveras y veranos.

Me siento en la cafetería, en el salón y la gula de tus besos te acaricia la frente con el recuerdo de lo que ya no eres, de tu voz, de tu presencia, de cuerpo y mientras disfruto recordando el sabor dulce de tus labios sé que esta actuación terminara con el telón oscuro y siniestro caído, que es como finalizo todo lo nuestro, dando fin a una obra cuyos personajes eran solo actores, no la realidad, sino una simulación que felices y dibujaban promesas en el aire que ya ni siquiera son castillos en el aire, sino burdas promesas tontas cuya fuerza se ha desprendido de la roca.