POESIAS
SIMPLEMENTE MI HIJO
Veo tu pequeño
cuerpo envuelto en la sabana traslucida y azul del mar, olas que se arrojan
sobre ti, mojando tu piel con besos marinos que se escapan del agua, queriendo
besar tu piel suave e infantil, piel desprovista de maldad y en tus oídos ,tus
profundos oídos, oír el soplo del viento entrecortado, con fuerza de huracán
aventurero y lejano, que procede de países lejanos donde la fascinación va
cogida de la mano de las libres y claras mentes infantiles.
.
Y te veo solo,
mirando la distancia del horizonte, como el que se atreve a recorrerlo, de un
extremo a otro, impulsado por la imaginación infantil. Como si fueras a
convertirte en navío, pasar de ser carne a ser madera o metal, yaciendo junto a
las sirenas, hablando un lenguaje de algas profundas y profusas con el blanqueo
brillante de la sal marina.
Veo las olas empujarte.
¡Qué poco peso para una marejada tan
fuerte! La disciplina del agua, en calma o agitación, endulza tu graciosa y
pequeña figura.
Por las
noches, cuando te veo dormido en tu cama, me imagino que sigilosamente entro en
tus sueños y participo de tus aventuras de caballeros, hadas y brujas,
transitando por un territorio encantado.
A veces me
pregunto si ese verdor brillante de tus ojos son herencia mía o de otra persona
y si cuando veo tu carita graciosa, llenarse de la fiesta alborotada de tus
gestos, creo que perteneces a un pasado de mi vida que yo abandone sin querer con el transcurrir
imbatible del tiempo, que ahora reencuentro reencarnada en tu persona.
Otras veces me
pregunto cómo puedes correr tanto sin cansarte y cuando acabara esa energía
inagotable que te envuelve, con tus pequeñas piernecitas doblándose
continuamente, como una cortina desplegada al viento.
Nunca la vida
te resulta amarga. Nunca decae tu ánimo. A veces pienso que te saldrán alas y
te elevarás del suelo, como un ángel, dejando tras de ti una estela de
relucientes rubíes. Niños que surcan el horizonte previstos de alas fabricados
de rosa algodón dulce.
Este niño carece
de nombre. Sin embargo, posee todos los nombres del mundo, la bondad humana más
admirable, las primaveras con las sonrisas más verdes y los veranos donde el
sol más cálido sale a adornar los cielos llameante y plateado , los juegos que
permanecen guardados en la memoria de los columpios, los corazones que se
entregan ilusionados al ritmo de una melodía, las notas de un pentagrama que
entonan infinidad de canciones, mensajes claros, que nunca rechinan estridencias
ni se las lleva el viento, ese niño simplemente es… mi hijo.
lDías que
transcurren en tu compañía, a veces tranquilos, a veces de constante alborotos,
causan infinidad de alegrías en mi herida hace tiempo ya abierta por la madurez.
¡Qué
desgracia! he vuelto a perderme en los embates de la noche y al despertar no
pude ver la salida del sol.
Me tendré que
conformar con la presencia muda e indiferente de la luna, con su brillo oscuro
tapizando de leves incandescencias pálidas y blancas las paredes, la modesta
luz que el astro envía para iluminar la senda de los caminantes nocturnos, que
quieren desentrañar los misterios de los pasadizos oscuros ocultos en la
oscuridad...
Me tendré que
conformar con ese baño de plata, esa luna lunera que cuenta cuentos a los niños
cuando llega la noche y se difumina cuando llega la mañana. Ese intervalo de
tiempo y silencio que se apodera de las calles, siempre imprevista, siguiendo
el rumbo de las esquinas acompañadas del viento, agitado compañero que escala
cornisas y .rincones sin dejar rastro de su paso.
Pero esa
mañana recuperaré la dicha de volver a salir al sol, veré su reflejo en la cara
de una niña que en la mirada guarda la fuerza del sol, cuyos rayos van hilvanando
en ráfagas doradas que escapan a través de sus ojos, como esmeraldas expuestas
a una mañana de luz diáfana y clara.
La oscuridad
se rendirá flameando una bandera púrpura y blanca y se retiran para siempre las
tinieblas al ver esa sonrisa sin tapujos, ese coro de pájaros recitando poesía
al amanecer.
Porque esa
sonrisa es como ver agitarse la hierba de los campos de la vereda y ver como
dos caminos separados se entrecruzan formando uno solo, como dos amigos
reconciliados.
La primera
mujer que se aventuró a arrancar una flor del jardín cundido de los mil mejores
encantos femeninos y se los entregó al sol por ser escogida como la mejor.
Esa niña,
radiante y mágica, como un cuento infantil, dueña de una gracia tan tierna como la de la
estrella más cercana al planeta, que se acercó a espiarnos, que ríe como si
acabara de salir el sol por el horizonte en una dicha interminable, no tiene
comparación y duendes mágicos murmuran
su nombre en todos los caminos conocidos, esa niña tiene nombre y se llama Mujer. Una niña que la vida se alegra de tener en sus brazos cálidos, como un
retoño es acogido en los fraternales manos de su madre.
La flor más admirada
del jardín cuya belleza se transmite
nada más verla, pero que solo será alcanzable para las almas más afortunadas, aquellas
que transitan por sus parajes, no conoce fin ni límite de existencia porque es
infinita, como los días felices que nos deparará
el futuro que aguarda en su tenaz escondite, más allá de las colinas que se
divisan en el horizonte...
Ignacio Pérez Jimenez
(PRONTO NUEVA ENTREGA DE DIARIO DE UNA ADOLESCENTE)
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