Dejad que el
viento meza los arboles con la suavidad de un respiro, dejad que los ríos sigan
su cauce a través del cauce establecido, dejad que por las mañanas salga el sol
con su estela dorada, dejad que los niños rían en sus columpios como un
torrente estival.
Dejad que el
viento susurre nombres a su paso y que las olas se estrellen contra las rocas,
dejad la
puerta de las jaulas abiertas para que miles de pájaros puedan salir de su
cautiverio y llenen la calle con el sonido triunfal de la libertad.
Dejad que
estas cosas pasen con la normalidad de cada día, porque me hacen feliz. A ti y
a mí. El milagro se renueva cada día en las cosas sencillas.
La sencillez
es belleza y alegra nuestros corazones.
No rompas esa
calma haciendo siluetas divergentes en el cielo, ni pronunciando palabras
inútiles que se pierden en su propio extravío, no busques refugio en los
laberintos abstractos de la conciencia ni en las preguntas sin respuesta que se
elevan en el aire.
Vive cada
mañana, al despertar, sonríe cada día, porque casi sin querer, sin darte
cuenta, has vuelto a ser un ser triunfal, porque has entendido de la manera más
simple el significado de la felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario